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Cuando se abre la puerta del avión y uno da el primer paso sobre la escalinata, llega un golpe de calor que contrasta con la temperatura a la que nuestro cuerpo ha estado habituado desde el aeropuerto de embarque en Lima o Cusco. Se siente la selva en toda su magnitud. El aire que se respira tiene un gusto diferente. Desde el avión se observa que predomina el color verde de la vegetación, muy distinto al paisaje desértico de la costa que se observa de la ventana al partir de Lima, o el marrón de las montañas al volar sobre los Andes. Mientras uno camina hacia los salones del aeropuerto, se observa variedad de insectos sobre el pavimento de la pista, especialmente después de una lluvia, casi siempre torrencial, que a veces impide incluso el ingreso del avión, retrasando el itinerario de vuelo. 

Al salir del aeropuerto, lo primero que uno debe decidir es qué movilidad va a tomar para ir al centro de la ciudad. Esto no es difícil ya que hay gran cantidad de taxis y motocars, todos peleando por asegurar un pasajero entre los que recién llegan. Puerto Maldonado es una ciudad acogedora, polvorienta por partes, pero con todos los servicios básicos (tiendas, hoteles y restaurantes) que facilitan la estadía del visitante. Es la capital del departamento Madre de Dios, centro de todas las operaciones comerciales y extractivas que mueven la economía de la región.

Madre de Dios está en el sudeste del Perú y es un área de selva amazónica con una gran riqueza en diversidad biológica. El sistema fluvial de la región es parte integral de la cuenca del río Amazonas, al cual se une después de pasar por Bolivia y Brasil. Dentro del territorio peruano, la cuenca del río Madre de Dios es un sistema hídrico no conectado con el resto de los ríos principales que forman el Amazonas, lo cual ha mantenido a la región aislada por un buen tiempo, y por ende, con recursos naturales en buen estado de conservación.\r\n

Por esta razón, en los últimos 30 años, los diferentes gobiernos de turno han declarado una serie de áreas protegidas en la región. Hoy Madre de Dios alberga en su territorio al Parque Nacional del Manu, al Parque Nacional Bahuaja-Sonene, al Parque Nacional Alto Purús, a la Reserva Comunal Amarakaeri, a una reserva territorial para indígenas en aislamiento y a la Reserva Nacional Tambopata, esta última muy visitada por turistas, científicos y estudiantes. Esta concentración de áreas naturales protegidas por el Estado, manifiesta por un lado la importancia ambiental de la región y su potencial de conservación, y por otro presenta un desafío a las autoridades, los pobladores y a la comunidad ambientalista en general, por mantener la riqueza y recursos naturales saludables para lograr un desarrollo sostenible. 

A inicios de la década de los 50, se construyó el camino que une Madre de Dios con el resto del país. Este camino carrozable va desde la ciudad de Cusco, capital del imperio de los Incas, bajando las montañas y atravesando el llano amazónico hasta Puerto Maldonado. Desde sus inicios este camino ha sido la vía que nutre la región, todos los productos, el combustible y mucha gente llegan hasta Puerto Maldonado. Pero también ha sido la vía que ha permitido el transporte de los productos extraídos de la región, sobretodo madera fina, pieles de animales silvestres y gran cantidad de oro.

La Reserva Nacional Tambopata tiene 275.000 hectáreas de extensión y está ubicada en la provincia de Tambopata, muy cerca de la ciudad de Puerto Maldonado. El río Tambopata es la principal puerta de acceso a la reserva. Canoas con motores fuera de borda circulan las aguas. A unas tres horas de la ciudad se llega al puesto de control del INRENA “Río La Torre”. Unas escalinatas de madera nos facilitan bajar del bote. Un par de guardaparques nos reciben amigablemente para la firma obligatoria de ingreso al área, donde se constata el pago de ingreso y los propósitos de la visita. El turismo se concentra en el río Tambopata y en el río Madre de Dios, aguas abajo de Puerto Maldonado. El pago por concepto de ingreso a la reserva nacional constituye un ingreso significativo al Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado Peruano (SINANPE).

La Reserva Nacional Tambopata es un área amenazada por diversas actividades que se llevan a cabo a su alrededor: Minería aurífera anárquica, extracción ilegal de madera, aprovechamiento abusivo de productos del bosque (caza y pesca intensiva, recolección excesiva de frutos y hojas de palmera), agricultura migratoria, ganadería, invasión de tierras, e inmigración de gente foránea. Para completar la figura, la pavimentación de la carretera interoceánica Perú – Brasil pasa junto a la reserva nacional y seguramente aumentará los impactos ya existentes, generando una mayor presión sobre los recursos que esta área protege.

Viajar por esta carretera resulta interesante. Entre Cusco y Puerto Maldonado se puede observar grandes contrastes de paisaje y cultura a lo largo de la ruta entre los Andes y la planicie amazónica. El mejoramiento de la carretera promueve la comercialización de productos, pero aumenta la migración y los asentamientos humanos. Desde hace un par de años, cuando se anunció que la carretera iba a ser asfaltada, las amenazas al área aumentaron en magnitud y a un ritmo intenso. Antes, viajar por esta carretera era un calvario, sólo se podía llegar en camión. Durante la época de lluvias los camiones demoraban de 20 a 25 días en recorrer los 400 kilómetros de distancia entre Cusco y Puerto Maldonado. Se generaban incómodos desabastecimientos y había una sensación de aislamiento y desamparo. Actualmente, con los arreglos preliminares a su asfaltado, recorrer esta distancia resulta más sencillo. Hay tres líneas de buses que brindan servicio de transporte entre ambas ciudades, facilitando el acceso de campesinos pobres que llegan a la selva en busca de terrenos y oportunidades.

Los turistas llegan por avión, y no son pocos. Del aeropuerto van directo a los albergues y son uno de los pilares de la economía de la región. El turismo da trabajo a mucha gente, sobretodo a gente local de las comunidades. A principios de los años 90 en todo el departamento de Madre de Dios había alrededor de 15 albergues turísticos, hoy la cifra supera los 50 albergues. Campesinos, pobladores rurales y comunidades ribereñas ahora ofrecen albergues rudimentarios como parte de la oferta turística local. Existen experiencias de comunidades nativas que operan en convenio con empresas que les garantizan los visitantes y les brindan asesoría, generando experiencias interesantes de desarrollo local. 

Años atrás, debido a una política de subsidios que resultó en un incentivo muy fuerte para deforestar bosques con fines agropecuarios, se podía observar a lo largo de la parte baja del río Tambopata intensa deforestación para la siembra de maíz y productos de panllevar. A finales de la década de los 80, la agricultura y la ganadería eran las actividades que mayor impacto generaban sobre los bosques de Madre de Dios en general y sobre la reserva nacional en particular. Esta tendencia fue disminuyendo paulatinamente durante la época de los 90s debido a que se cortaron los subsidios e incentivos para las actividades agropecuarias y porque otras actividades extractivas como la minería y la extracción de madera resultaban más rentables.

Actualmente, en el paisaje del Tambopata, la apertura de campos de cultivo ha dado paso a la minería aurífera. Desde hace años la poca que existía en el río Tambopata se concentró cerca a la desembocadura del río Malinowski. La minería era artesanal, trabajada con lampa y carretilla a muy baja escala. Inclusive algunos turistas se detenían en las playas para echar un vistazo y tomar fotos. Hoy el paisaje que predomina a lo largo de la parte baja del río Tambopata son las dragas de extracción aurífera, botes con mecanismos de extracción sistemática y de mayor envergadura. Se observa gran cantidad de ellas, todas operando en sus orillas, deforestando bosque y removiendo los suelos adyacentes. No resulta un paisaje muy atractivo para un amante de la naturaleza. Los turistas que viajan por el río apenas pueden ver bosque realmente virgen pasando la desembocadura del río Malinowski, luego de unas cuatro horas de viaje en bote desde Puerto Maldonado.

Finalmente, después de haber visto gran cantidad de animales, variedad de aves e insectos, hermosos paisajes y haber gozado de la naturaleza virgen intensamente, el visitante sale maravillado de la reserva nacional, pero con una especie de sinsabor y desconsuelo al notar cómo avanza la avasallante mano del hombre en los alrededores. Muchos se preguntarán hasta cuando podrá coexistir el paisaje natural de la reserva nacional con las actividades extractivas circundantes que día a día van en aumento.

Texto y fotos: Diego Shoobridge

ParksWatch-Peru

Septiembre 2006